Dice el dicho que "una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil". Para todos los que nos dedicamos o simplemente nos gusta el mundo del fútbol no es difícil saber que, ante una mala racha de resultados o un bajón en el rendimiento que sugiera la necesidad de cambiar algo, la cadena siempre se rompe por el eslabón del entrenador. Proyectos cortoplacistas, búsquedas de rendimiento inmediato y poca atención a los procesos son el pan de cada día a la hora de tomar decisiones especialmente en el contexto del alto rendimiento. Los entrenadores lo saben y, por lo general, ese riesgo se toma como parte inherente de la profesión.
Sin embargo, a la hora de realizar valoraciones y el detectar el por qué se producen (o no) los cambios en las dinámicas de los equipos no está muy claro que indicadores de rendimiento tomar. Esto puede provocar que la toma de decisiones se base en muchas ocasiones en instintos establecidos sobre datos muy generales enfocados exclusivamente al resultado (por ejemplo el % de victorias o el número de goles marcados). En este post acudiremos al interesante trabajo publicado por Castellano y Casamichana (estudio) para analizar qué variables podemos utilizar a la hora de analizar el rendimiento de los equipos de fútbol y, por ende el de sus entrenadores.
¿Qué hicieron los autores?
Participantes
Los autores analizaron los 42 partidos disputados por un equipo de la Liga Adelante (2ª División Española) durante la temporada 2013-2014. Dicho equipo tuvo un total de 3 entrenadores durante la temporada, por lo que los partidos se agruparon en función del entrenador que estuvo a cargo en cada etapa (16 partidos, 15 partidos y 11 partidos respectivamente).
Variables
Las variables a analizar se dividieron en dos grandes grupos en función de indicadores de rendimiento de resultado y de procedimiento.
- Indicadores de rendimiento de resultado (IRr): Son variables menos fiables a la hora de extraer conclusiones, ya que son más susceptibles de ser "contaminadas" por factores ajenos al equipo e incontrolables como el azar o decisiones arbitrales. Las 6 variables incluidas aquí fueron se recogen a continuación en la Tabla 1.
- Indicadores de rendimiento de procedimiento (IRp): Están relacionados con la correcta ejecución de habilidades dentro del equipo, y por tanto pueden ser de mucha más utilidad, ya que son menos susceptibles de ser contaminadas por variables extrañas. Se incluyeron en esta categoría variables pertenecientes a 5 grandes dimensiones: Tiempo de juego, ofensiva de finalización, modelo de juego, indicador físico y uso colectivo del espacio (Tabla 2).
¿Qué encontraron los autores?
Con respecto a los IRr: Como puede esperarse el reparto de goles y puntos no fue homogéneo durante toda la temporada.
E1: Se dio un mayor volumen de goles a favor y en contra, lo que llevó a la consecución de 1 punto por partido.
E2: Se dio un descenso tanto en los goles marcados como encajados, lo que dejó la consecución de puntos en 1,1.
E3: Coincide con el momento de mejor rendimiento del equipo ya que se mantuvo el buen rendimiento defensivo pero se consiguió aumentar el número de goles marcados. Esto elevó la consecución de puntos por partido a 1,6.
Con respecto a los IRp: Se encontraron una serie de cambios en todas las variables, siendo muchos de los más significativos aquellos que afectan a E3 (periodo de mejor rendimiento del equipo en toda la temporada) y que detallo a continuación.
Tiempo de juego: Fue significativamente menor a medida que avanzó la temporada, pasando de 58,9min en E1 a 52,2 en E3.
Ofensiva de finalización: Tan solo se encontraron diferencias significativas en el incremento de corners lanzados por los equipos rivales en E3, mientras que las variables de remates, centros al área y córners a favor permanecieron prácticamente igual. Esto nos indica que durante la temporada el equipo apenas pudo variar su capacidad de llegar a la portería contraria, pero que las veces en las que se consiguió llegar seguramente se hizo con una mayor claridad.
Modelo de juego: Se detectó un descenso en el número de pases, precisión y el tiempo de posesión en E3 junto con un aumento del indicador global de progresión con respecto al resto de periodos. Esto viene dado seguramente por el cambio de planteamiento ejecutado por el entrenador a cargo en la fase final de la temporada, en donde se buscó un estilo de juego más directo priorizando la búsqueda de la portería contraria.
Indicador físico: Se detectaron cambios en la distancia total recorrida en la 1ª parte, siendo esta menor en E3 y superior en E2 con respecto a los demás periodos. De nuevo, más que pensar en picos de forma o estados de fatiga, cabría relacionarlo con planteamientos tácticos en donde en determinados momentos de la temporada se buscaron planteamientos más agresivos en intensidad en las primeras partes. Otra razón para que se de este descenso podría ser la ya mencionada disminución del tiempo efectivo de juego a lo largo de la temporada
Uso colectivo del espacio: Se encontraron diferencias en la amplitud media del equipo, siendo esta menor en E3. La profundidad y altura de la defensa se mantuvieron similares. Esto encaja con la idea de que en E1 y E2 se optó por un estilo de juego más asociativo, lo que a nivel táctico conlleva una mayor amplitud en la búsqueda por establecer cadenas de pases.
Implicaciones prácticas
Una vez recogidos algunos de los datos más relevantes de la investigación, toca dotarlos de un sentido y saber cómo podríamos aplicar esta información a nuestro día a día.
En primer lugar, y de forma muy acertada, los autores señalan que todos los datos deben ser analizados con cautela principalmente por dos motivos:
Un buen desempeño procedimental no implica un rendimiento en el resultado de forma directa. Al tratarse el fútbol de un deporte de marcador bajo, puede darse por ejemplo la situación de que como equipo hagamos muchas cosas bien y seamos superiores en muchos indicadores, pero el rival llegue una vez a portería y anote. Como entrenadores no debemos dejar que esto empañe el posterior análisis.
El rival también juega, esto quiere decir que hay que valorar el nivel de los adversarios a los que nos enfrentamos para poder poner en relación como las variables se ven afectadas. ¿La posesión se ve aumentada gracias a nuestro buen hacer o porque el rival era de menor nivel? ¿Recibimos más tiros a puerta porque estamos empeorando o porque nuestros rivales son objetivamente superiores?. Estas son preguntas que hay que hacerse a la hora de analizar y poner en valor los datos en fútbol.
Como conclusiones clave de este trabajo, señalaría que los autores demuestran que a la hora de analizar el rendimiento de un equipo de futbol es importante establecer variables multidimensionales sensibles a los cambios, ya sean estos estratégicos o de entrenador. Es muy común en el día a día relacionar rendimiento con resultado, cuando en realidad dicho resultado puede verse afectado por multitud de variables en tanto que el fútbol es un deporte complejo, de marcador bajo, en donde el rival también juega y el factor del azar está continuamente presente. Cuantas más variables sensibles a los cambios manejemos más fácil nos será tomar decisiones acertadas.
Animo desde aquí a los profesionales y seguidores del fútbol a mostrar cautela cuando se tomen decisiones o se analicen rendimientos. Dejemos de centrarnos en variables de resultado (por ejemplo: si ahora he marcado más goles es porque soy mejor que antes) y vayamos un paso más allá, moldeando nuestra opinión en base a datos multidimensionales que, en su conjunto, nos acerquen más a la verdad que un simple porcentaje de victorias y derrotas. Creamos más en los procesos y no nos dejemos cegar únicamente por los resultados.
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