La creatividad es una de las características que definen a los jugadores más determinantes en cualquier deporte de interacción. Si pensamos en los grandes jugadores que nos fascinan (ya sea en fútbol, baloncesto, balonmano...) coincidiremos en que, más allá de estilos o posiciones, todos son creativos. Ya sea mediante gestos técnicos como taconazos, regates, entradas, pases imposibles, remates ingeniosos... o comportamientos a nivel de posicionamientos en el campo (estar donde toca y cuando toca) estos jugadores marcan diferencias gracias a que son capaces de encontrar soluciones que nadie más había visto en situaciones complejas y cambiantes.
Dicho esto poca duda cabe de que, como entrenadores, el fomentar la creatividad de nuestros jugadores debería ser uno de nuestros principales objetivos. Este aspecto cobra una especial relevancia si nos encontramos en categorías de formación, en donde dotar al joven jugador de todas las herramientas y recursos posibles para afrontar el fútbol competitivo del día de mañana es indispensable.
En este post, gracias al trabajo publicado por Alarcón López et al (detalle) definiremos qué es la creatividad táctica, qué capacidades cognitivas la hacen posible, y qué serie de pautas a nivel de diseño de tareas y estrategias de intervención podemos adoptar en nuestros entrenamientos si queremos trabajarla.
¿Qué hicieron los autores?
Se realizó una revisión de la evidencia existente en torno a la creatividad táctica, realizando a partir de ella una propuesta práctica de cómo poder potenciarla a partir del diseño de entornos de aprendizaje óptimos, basándose en el control de la complejidad de las tareas y el feedback del entrenador.
¿Qué encontraron los autores?
Dentro del gran número de conceptos y referencias que los autores mencionan en su artículo en torno al entrenamiento y la creatividad, me quedaré con lo que diferencia a los deportistas expertos, el concepto de creatividad táctica y el papel del entrenador en el fomento de dicha creatividad.
Cuando hablamos de diferencias entre deportistas, se ha demostrado que los deportistas "expertos" se muestran superiores a los demás en concretamente tres tareas:
Tareas que implican el reconocimiento o recuerdo de patrones de comportamiento experimentados anteriormente.
Estrategias de búsqueda visual.
Conocimiento de las probabilidades situacionales, es decir, la probabilidad de que algo suceda de forma real para actuar en consecuencia.
La adecuada combinación de estos tres factores dan lugar a lo que se conoce cómo creatividad táctica. Cuando hablamos de ella nos estamos refiriendo a un tipo de pensamiento divergente, que se puede definir como "la capacidad de generar respuestas distintas a las habituales en la resolución de los problemas que plantean las situaciones de juego, que pueden ser descritas como sorpresivas, raras y originales".
El fomento de esta creatividad táctica en el entrenamiento vendrá dado de la adecuada combinación de tareas con alto nivel de incertidumbre y del tipo de intervención del entrenador durante el desarrollo de las mismas. En relación a esto, se ha demostrado que aquellos jugadores que realizan una practica intencional y deliberada, en donde el entrenador proporciona información explícita interfiere con el desarrollo de la creatividad, ya que esta requiere asumir un cierto riesgo y el resultado no es siempre satisfactorio. Por lo tanto, se antoja vital que el entrenador enseñe a los jugadores a ver los errores como un medio de aprendizaje, y se centre por tanto más en el proceso que en el resultado.
Implicaciones prácticas
Una vez analizados algunos de los conceptos más relevantes en lo referente a la creatividad táctica en el ámbito deportivo, los autores dejan una serie de recomendaciones a implementar, y que personalmente considero muy útiles, si lo que queremos es ayudar al jugador en el desarrollo de dicha creatividad. En concreto, se recogen recomendaciones tanto en lo referente al diseño de tareas como al diseño de la intervención del entrenador.
Con respecto al diseño de tareas:
1. La tarea debe contemplar un cierto grado de incertidumbre, para ello podemos:
Manipular el número de alternativas que tiene el jugador (adversarios, compañeros, porterías, zonas de marca, normativa que regule comportamientos...)
Manipular de forma aleatoria la aparición de estímulos a los que atender.
2. Aumento progresivo de la complejidad perceptiva:
Aumentar el numero de estímulos presentes a los que atender.
Aumentar la velocidad de los estímulos.
Disminuir el tiempo de exposición al estímulo (por ejemplo, una doble tarea hace que tengas que repartir el tiempo entre ambas).
Reducir el tiempo disponible para resolver la situación de juego.
Generar situaciones de asimetría numérica desfavorable (jugar en inferioridad).
Generar situaciones de asimetría física o corporal (los más altos juegan contra los más bajos; los más rápidos contra los más lentos, etc.).
Generar situaciones de fatiga mental y física, que normalmente deterioran el rendimiento perceptivo, para provocar respuestas adaptativas de los jugadores.
3. Utilizar estrategias para el desarrollo de la inhibición:
La tarea debe contemplar la presencia de elementos distractores.
Estímulos inesperados para que el jugador tenga que dejar de realizar su acción automática y dar respuesta a este nuevo estímulo.
Cambiar el objetivo de la tarea durante su transcurso y una vez aprendida.
Implementar varios roles dentro de la tarea.
Prohibición de conductas ya muy asentadas o naturales (por ejemplo: prohibido pasar al jugador que te ha pasado, prohibido jugar con el equipo de determinado color...).
4. Utilizar estrategias para el desarrollo de la actualización de la memoria de trabajo:
Tareas en las que el jugador deba estar cambiando constantemente el foco atencional para adecuar su acción a dos o más estímulos simultáneos. (por ejemplo: usar más de un balón en la tarea, intercambiar roles con varios equipos con colores diferentes en función de una norma dada o de la recuperación de la posesión).
5. Tareas en la que el jugador debe actualizar la información que debe recordar según normas de comportamiento (por ejemplo: está prohibido pasar al jugador del que has recibido el pase).
6. Utilizar estrategias que estimulen el desarrollo de la flexibilidad cognitiva.
Obligar a cambiar el tipo de solución a un problema motor dado o premiar el hecho de hacerlo. (por ejemplo, el entrenador muestra mediante un número el tipo de finalización para el equipo atacante, sin que lo vea el equipo defensor).
Sobre una situación de juego determinada cambiar el objetivo final.
Rotar los roles dentro de una tarea combinando estrategias por turno y por consecución de objetivos.
Introducir consignas que obliguen a cambiar las formas colectivas de juego tanto en ataque como defensa dependiendo de las circunstancias de juego (si se consigue gol o no, si hay saque de banda, si estamos por encima o debajo en el marcador...etc).
Con respecto al diseño de la intervención del entrenador:
1. Uso de estrategias incidentales: El entrenador no hará coincidir el objetivo de la tarea con el objetivo motor.
2. Evitar corregir al jugador utilizando un feedback prescriptivo y dirigido.
Es preferible hacer consciente al jugador de las alternativas existentes y ayudarle a reflexionar sobre cuál podría ser la más propicia en función de un contexto determinado.
3. Atender más al proceso que al resultado:
Usar un feedback afectivo positivo cuando el jugador realice una toma de decisión adecuada.
Evitar el uso de feedback negativo cuando el jugador realice una toma de decisión adecuada, pero arriesgada, que conlleve un resultado negativo. En estos casos es aconsejable reforzar la decisión adecuada para quitarle importancia al resultado negativo.
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